Con rumbo al gozo

Lo más importante en el entrenamiento con niños es, según Parma Aragón, la diversión. “Lo más importante en el entrenamiento infantil básico es ir aprovechando cada una de las características propias de cada edad. El deporte infantil tiene que estar matizado por la diversión, el gozo y el reto, debe presentarse de acuerdo a los objetivos de los niños, conjugándose con los objetivos del entrenador y, en su caso, de la institución. El arte consiste en dar el énfasis adecuado en el momento preciso”.

El profesor Jesús Álvarez habla en el sentido que Aragón pero ya como hecho cotidiano: “El niño es muy espontaneo, es muy creativo, es muy cariñoso. Yo lo que observo en ellos es que van con mucho entusiasmo a su escuela. Ellos se sienten parte de un grupo muy específico, que tienen una ropa especial, un entrenamiento muy especial, material auxiliar especial adaptado para su edad, entonces yo les veo a ellos un gran entusiasmo, especialmente a los papás, de que su hijo está aprendiendo una disciplina muy incipiente, pero sabemos que esos niños van a ser no solamente los grandes deportistas, sino las grandes personas del futuro”.

El sentido de pertenencia, de aceptación y de comunidad señalado por el profesor Álvarez es la piedra angular en su formación desde el punto de vista de la profesora Verónica Herrera: “Estamos construyendo en sus personas la idea de comunidad, valores como la solidaridad y la idea de que el deporte es un ámbito de salud y de trabajo en equipo.

“La mejor recompensa que recibe un maestro de artes marciales, es ver el desarrollo en la coordinación, en el avance técnico, en su capacidad para relacionarse con otros y en la actitud con que nuestros alumnos enfrentan problemas”, concluye.

Quizás una evaluación aproximada del desempeño de los profesores de artes marciales sería el observar el gozo con que viven los niños sus clases. Ya la violencia intrafamiliar es una realidad desgarradora en nuestro país como para que en las escuelas de arte marcial se lastime y se vulnere a un menor por acto u omisión, recordemos y nunca olvidemos la encuesta del periódico Milenio: los niños coinciden en querer amabilidad, bondad y cariño. Cerramos esta reflexión con las respuestas que dio la niña Erika Martínez, de 7 años de edad, a tres preguntas puntuales:

¿Cómo te gustaría que fueran los grandes?

Amables.

¿Tus papás te apapachan?

Poquito.

¿Hace falta más?

Sí.

Un grupo muy específico, que tienen una ropa especial, un entrenamiento muy especial, material auxiliar especial adaptado para su edad, entonces yo les veo a ellos un gran entusiasmo, especialmente a los papás, de que su hijo está aprendiendo una disciplina muy incipiente, pero sabemos que esos niños van a ser no solamente los grandes deportistas, sino las grandes personas del futuro”.El sentido de pertenencia, de aceptación y de co-munidad señalado por el profesor Álvarez es la piedra angular en su formación desde el punto de vista de la profesora Verónica Herrera: “Estamos construyendo en sus personas la idea de comunidad, valores como la solidaridad y la idea de que el deporte es un ámbito de salud y de trabajo en equipo.“La mejor recompensa que recibe un maestro de artes marciales, es ver el desarrollo en la coordinación, en el avance técnico, en su capacidad para relacionarse con otros y en la actitud con que nuestros alumnos enfrentan problemas”, concluye. Quizás una evaluación aproximada del desempeño de los profesores de artes marciales sería el observar el gozo con que viven los niños sus clases. Ya la violencia intrafamiliar es una realidad desgarradora en nuestro país como para que en las escuelas de arte marcial se lastime y se vulnere a un menor por acto u omisión, recordemos y nunca olvidemos la encuesta del periódico Milenio: los niños