¿Cualquier maestro de karate es un buen maestro de niños?

La maestra de Lima lama Verónica Herrera (4), duda de la afirmación que da nombre a este apartado: “En primer lugar, debemos partir de hacer una evaluación honesta de qué es lo que estamos enseñando y cómo lo estamos haciendo. Si nuestros alumnos no avanzan como quisiéramos y algunos desertan, eso puede ser indicativo de que algo externo los ha llevado ir en ese camino, pero quizás también algo no le hemos aportado o lo hemos hecho mal y eso debemos atenderlo”. En efecto, hay maestros y padres que desean alcanzar ciertas ambiciones a través de sus alumnos e hijos. El profesor Paul de Knop afirma categórico: “Debe permitirse a los niños jugar. ¡Tienen derecho a ser niños! Los medios de comunicación muestran lo mejor del deporte profesional… pero también lo peor.” En el mismo sentido el maestro Márquez dice: Si nosotros no sabemos qué es un niño y cómo se da su proceso de crecimiento, entonces no debemos intentar hacer deporte con ellos. Nuestro principal objetivo con los niños no es el karate. El niño a esa edad aprende jugando. Si yo me atrevo a enseñarle karate normal a un niño entre 3 y 6 años, lo único que voy a hacer es dañarlo irreversiblemente”. No es exageración la advertencia de Márquez, la psicóloga Parma Aragón Mládosich (5) advierte que sobre los excesos deportivos en la niñez: “El costo emocional que ha causado la introducción del alto rendimiento a temprana edad se verá reflejado en una corta vida deportiva, o en otros casos, en el abandono temprano del deporte”.

La letra ¿con sangre entra?

Una encuesta realizada el 7 de marzo del presente año por el periódico Milenio, titulada “Qué piensan los niños de los adultos” ofrece un par datos reveladores: ellos quisieran que los adultos fuésemos “más buenos, amables y alegres”, y lo que más les molesta de los adultos es que “regañen y se enojen y que peguen y castiguen”. Pues bien, muchos padres creen que en la escuela de karate puede formar una disciplina militar, cuando sus hijos son “desobedientes” y están dispuestos a consentir algún maltrato “moderado”, situación que rechaza enfático el profesor Márquez: “Nosotros tenemos muchos niños que nos los han traído porque no son disciplinados. Cuando llega aquí un niño, en lugar de que lo tratemos mal le damos respeto y cuando al niño le damos respeto reacciona dando respeto. Y luego vienen las reacciones, pues, ¿qué le hicieron a mi hijo? a ¿Sabe qué le hicimos? Le dimos respeto”.

Por su parte el profesor Álvarez matiza el problema: “Mire hay diferentes posiciones sobre el concepto de “un manazo”, incluso desde el punto de vista de la psicología también hay diferentes posiciones. Quien opta por el conductismo él siempre va a utilizar reforzadores de conducta, castigadores cuando sea necesario. Las artes marciales, y esa es una posición muy personal, siempre deben de ir por el conductismo porque el conductismo es la base para preparar a un atleta, el conductismo tiene una mecánica muy importante en los reforzadores de conducta.

“Cuando la conducta que se quiere lograr se va estimulando, se va premiando. Pero también puede haber un castigador de la conducta. Desde ese punto de vista podrían justificarse algunos castigos, pero hay que estar muy capacitado para esto. Ahorita la tendencia universal es que a los niños no se les debe tocar, incluso corre la idea de que si a un niño se le exige mucho se trauma. En fin, creo que son palabras demasiado superficiales, habría que ir más a la profundidad”.

Márquez prefiere no matizar en un problema tan grave como el maltrato, por “leve” que este sea: “Hace muchos años se decía que la letra con sangre entra, pésima idea, ahora ya sabemos que el conocimiento entra cuando tenemos un maestro que nos lo enseña. Cuando un maestro no es capaz, cree que siendo autoritario o pegándole al niño va a poder ocultar lo que no sabe enseñar. Al niño ni se le grita, ni se le intimida, y yo estoy muy preocupado porque a los niños pequeños hoy tengan la enfermedad del stress, una realidad muy terrible que enfrentamos es que esta comprobándose que el stress lo están adquiriendo los niños, desde la preprimaria, y de ahí se siguen, y tenemos menores con parálisis facial, y jóvenes de veinticinco años con infartos y derrames cerebrales. Estamos inculcando a los niños una doctrina que es el stress terrible, y en karate en nuestra escuela nunca vamos a “estresar” a nadie”.

¿Cualquiera puede ser jardinero?

La metáfora del niño como la semilla de nuestra sociedad es utilizada por el profesor Márquez para llamar la atención de todo aquel tenga que ver con la educación de un niño: los padres, los maestros, los gobernantes y ¿porqué no? la educadora número uno de nuestros niños, la televisión: “¿Ud. ha ido alguna vez a un vivero? y ve que hay muchos botes chiquitos en los que siembran una semilla. Y luego pasa a otra sección y hay unos botecitos menos pequeños en donde ya aparece una ramita que ha crecido. Y va más adelante y hay otros botecitos que tiene ya seis o siete hojitas, y así sucesivamente hasta que ya es un pequeño arbolito, y lo siembra en cualquier lado y llegan a ser grandes arboles y llegan a dar frutos. Nosotros tenemos en la actualidad jovencitos que empezaron en prekarate y ahora son maestros y que tienen alumnos que también son maestros.

Yo quisiera recomendar una cosa a los profesores que quieran enseñar a los niños de 3 a 6 años: que se concienticen de que tienen una semillita nueva y que si ellos la tratan mal esa semilla no va a llegar a ser una rama, se va a echar a perder, si no saben cuidarla, si no son jardineros, entonces mejor que no se metan. Pero para ser jardinero hay que estudiar y prepararse. Nosotros siguiendo la metáfora del vivero pensamos que en la semilla obtendremos el fruto del día de mañana”.